viernes, 5 de agosto de 2011

Querer pertenecer

Carlos Saul y su Ferrari
A muchos les gusta pertenecer, estar, ver con admiración lo que les es difícil de alcanzar. Esto nos puede pasar a todos en diversos ámbitos de la vida. La gran problemática que planteo es cuando estos deseos se mezclan con la política y se sienten medianamente saciados con el votos.
En los noventa ostentaciones y lujos fueron moneda corriente por parte del poder menemista. A muchos les gustaría tener una Ferrari y que le corten la ruta para que pueda usarla como pista de carreras. Pero votarías a un candidato por esto?
La última década del milenio trajo a políticos relacionados con mujeres pulposas, que despertaban el deseo popular. Esto, entre otras tantas cosas, se mostraba sin problemas, no había vergüenza ni complejos. Todo el circo en bandeja para que el pueblo lo vea. Lo cruel era que mientras se vendían empresas del estado por pocas monedas, cerraban industrias y el país caía a pique la pantalla de lo superficial tapaba a lo real, lo tangible en el día a día.
El voto del querer ser, de la identificación. Veo y quiero ser parte. Una manera ínfima de materializar esto, pero manera al fin, es darle el apoyo con el voto a quienes nos venden un mundo de realidades lejanas. 
Esta manera guarra de mostrar lo que trae el poder no es algo espontaneo, se estudia y se lleva a cabo con el fin de darle a muchos lo que muchos desean ser.
Esta política luego del 2001 parecía extinguida, pero volvió. El PRO plantea una dualidad en su mensaje, “somos como vos” pero “actuamos como 
te gustaría ser”.Festejos en Costa Salguero, empresarios que salen en revistas de élite mostrando su pomposo casamiento y la búsqueda de generar el mix perverso de mostrar lujos con el dialecto cotidiano. El espíritu menemista con la perversión camuflada. Los hospitales vaciados, aumentos de impuestos y una gestión desastrosa pesan menos que los globos, la fiesta y la muestra constante de poder y coktails.
Este inexplicable nexo entre los que menos tienen y son oprimidos con los poderosos que oprimen se pudo ver claramente en la etapa de la 125. 
Oligarcas vigentes eran apoyados por parte del pueblo que tiene una vida mucho más hostil. Los que tienen las puertas cerradas a las grandes fortunas daban su total conformidad a las acciones que realizaban los que los odian, desprecian y marginan. Todo un retrato de 
lo que hablamos.
El voto del deseo, del querer llegar creció pero no esta aún en los niveles que pudimos conocer en la era de la pizza y el champagne.
Hay que trabajar, hablar, charlar y explicar que detrás de esto la maquinaria de vaciamiento y poder pisa al que trabaja, al que mira la fiesta y nunca lo dejarán entrar.
 
 

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